27 MAR | 17:59

¿La interna del Justicialismo se define en Washington?

Ante un escenario de incertidumbre en la relación bilateral, es probable que durante la próxima reunión bilateral el presidente Joe Biden se conforme con preguntarle a Alberto Fernández si ...Por Ricardo H. Bloch
...se presentará a la reelección
 
 
 
El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, recibirá a su par argentino, Alberto Fernández, con un gran desafío: desentrañar el “Triángulo de las Bermudas” en el que se ha convertido la diplomacia oficial del gobierno kirchnerista a siete meses de la elección presidencial. Hace poco más de un año, durante su visita oficial a Rusia, Fernández le comunicó al jefe del Kremlin, Vladimir Putin, que la Argentina podía convertirse en la puerta de entrada de Rusia en América Latina. Un mes más tarde, las fuerzas militares rusas invadían Ucrania, dando inicio a una guerra que hasta hoy ha dejado más de 100 mil muertos y alrededor de 50 mil heridos entre ambos bandos.
 
 
Por su parte, el ministro de Economía, Sergio Massa, ha venido endulzando los oídos de los principales asesores de la Casa Blanca y del Departamento de Estado sobre la ventaja de fortalecer los vínculos políticos y comerciales entre los Estados Unidos y la Argentina, relación bilateral que el pasado mes de enero celebró los 200 años de historia. Con una visita oficial programada a China para el mes de mayo, Massa deberá apelar a una gran cintura política para presentar su agenda de prioridades ante la centenaria diplomacia oriental frente a los objetivos políticos (¿comunes?) que el Tesoro norteamericano y del Fondo Monetario Internacional tienen sobre nuestro país.
 
 
En este sentido, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner no pierde la oportunidad de resaltar la importancia de los vínculos históricos y políticos de la Argentina con China, que ella misma protagonizó activamente durante sus dos mandatos presidenciales. En los últimos meses, son cada vez más frecuentes las gestiones del embajador de nuestro país en Pekín, Sabino Vaca Narvaja, para avanzar en asuntos sensibles de defensa y minería, como así también en lo vinculado a favorecer la utilización del Yuan en materia de intercambio comercial y financiero entre los bancos centrales de ambas naciones.
 
 
A su vez, el embajador argentino en Washington, Jorge Argüello, prefiere apelar a una síntesis pragmática para no herir las susceptibilidades políticas de las dos potencias económicas globales: “Nuestro principal inversor es Estados Unidos, pero nuestro principal comprador es China”.
 
 
El representante diplomático suma a Brasil y a la India como dos jugadores de peso que observan de cerca el tablero de la rivalidad estratégica entre las administraciones de Joe Biden y Xi Jinping. No obstante, Argüello no avizora un conflicto bélico entre Pekín y Washington, a pesar de las tensiones crecientes de China con Taiwán.
 
 
Desde los inicios del kirchnerismo hace ya dos décadas, hasta la gestión presidencial de Mauricio Macri (quien conocía íntimamente los laberintos del comercio bilateral con China a partir del relato de su padre Franco, nombrado en su momento “consejero senior para inversiones en Latinoamérica” por el régimen de Pekín), la cancillería argentina no supo, no pudo o no quiso establecer una política de estado en materia de diplomacia profesional. Los sucesivos jefes del Palacio San Martín fueron eclipsados por estrechos asesores del titular del Poder Ejecutivo. Y hasta el día de hoy, la cancillería pulsea constantemente con el Palacio de Hacienda para definir la hoja de ruta y la interlocución en materia de acuerdos comerciales internacionales.
 
 
Un detalle práctico. ¿Quién informará sobre el resultado de la reunión bilateral en la Casa Blanca? ¿La Casa Rosada, el Senado, la Cancillería o el Ministerio de Economía? O cada vocero interpretará las interpretaciones sobre los relatos surgidos de los tonos y de los silencios que se producirán en el corazón del poder global. En esta pulseada también se jugará un capítulo importante del futuro político del oficialismo.
 
 
Ante este escenario de incertidumbre en la relación bilateral, es probable que el presidente Biden se conforme con preguntarle a Alberto Fernández si se presentará a la reelección. Alguien debería avisarle al secretario de Estado, Anthony Blinken, que es muy difícil que el presidente argentino le brinde una respuesta a su par norteamericano, teniendo a su lado a Sergio Massa, su enemigo íntimo en el futuro del kirchnerismo (y del peronismo).
 
infobae.com

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