27 AGO | 09:09

Devaluación, estanflación, BRICS, alquileres y el juego de la oca

Hasta que no se defina la posibilidad de instrumentar un verdadero y viable cambio de régimen, no habrá solución para los principales desequilibrios macroeconómicos. Por Enrique Szewach
El desafío de los BRICS, un bloque que se asume como el vocero del Sur Global en un nuevo orden multipolar (Presidencia de Brasil)
 
 
El salto post PASO en el precio del dólar en el mercado único y libre de cambios (ponele) del Banco Central se está trasladando rápidamente a los precios internos, llevando la tasa de inflación esperada para agosto y septiembre a valores de dos dígitos que, por ahora, empiezan con 1.
 
 
A su vez, la brecha entre el precio de ese dólar oficial y los precios que surgen del mercado de bonos o acciones o del mercado informal del dólar, se mantuvo por encima del 100%.
 
Lo descrito no hace más que confirmar que la devaluación de agosto no ha sido percibida como la última, sino como la primera.
 
Sobre todo, tras el anuncio, no ratificado al menos explícitamente en el nuevo acuerdo de políticas con el FMI, de que el precio del dólar oficial se va a mantener fijo en 350 pesos hasta después de las elecciones generales de octubre.
 
Estamos, entonces, en medio del “juego de la oca” (perdón por el viejazo), en dónde, de acuerdo con el lugar del tablero en que se caía, conforme a lo que indicaban los dados, en lugar de avanzar se podía retroceder varios casilleros.
 
En efecto, si el salto en el tipo de cambio oficial tenía por objetivo reducir la brecha cambiaria, de manera de intentar recomponer en algo las reservas netas del Banco Central, incentivando mayores liquidaciones de productos exportables, moderando la demanda de importados y evitando tener que intervenir en los mercados de bonos con ventas de dólares resulta altamente probable que dicha meta no se logre.
 
Sobre todo, porque se ha profundizado el problema de “pesos” como contracara de la falta de dólares.
 
El salto en la tasa de inflación reduce la demanda de pesos que no reciben intereses. Todos tratamos de eludir el impuesto inflacionario lo máximo posible.
 
Pero como la necesidad de “recaudar” inflación continúa, reducida la base imponible, aumenta la “alícuota”, es decir la tasa de inflación.
 
A su vez, como el Banco Central sigue sin abastecer de dólares a la importación, ni tampoco libera a los importadores para usar dólares libres -lo que presionaría, eventualmente, aún más sobre la tasa de inflación- el nivel de actividad se sigue frenando.
 
Y aquí estamos. Post devaluación, más inflación, menor nivel de actividad, que podría moderar el “número” de esa mayor inflación, y sin chances de que este escenario se modifique en el corto plazo.
 
 
Sergio Massa junto al gabinete económico
Definido el escenario macro, permítanme algunos comentarios sobre otros dos temas de la semana: el ingreso de la Argentina a los BRICS, y el debate en torno a la ley de alquileres.
 
Respecto del tema BRICS, hay que aclarar, una vez más, que no se trata de un acuerdo de libre comercio, o de acceso a inversiones.
 
Con Brasil, obviamente, tenemos el MERCOSUR, arreglo muy superior a cualquier otro, desde el punto de vista de integración comercial, más allá de su estancamiento institucional actual. Con China, rigen acuerdos comerciales, de inversión y de financiamiento (si son buenos o malos, es otro tema). Con India, el intercambio, que podría ampliarse, no depende de la pertenencia a los BRICS. Y lo mismo ocurre, en este sentido, con el resto de los miembros.
 
Se trata, entonces, cuasi exclusivamente, de un inoportuno pronunciamiento geopolítico, en los finales de un gobierno.
 
Finalmente, unas líneas sobre el problema de los alquileres.
 
La controvertida ley actual presenta, entre otras cosas, dos características incompatibles con un escenario de alta inflación: el plazo contractual, y la frecuencia y forma de su ajuste.
 
En efecto, por definición, una inflación creciente y un escenario de incertidumbre acorta todos los plazos contractuales, implícitos y explícitos.
 
Los precios se ajustan con más frecuencia. Los acuerdos salariales se renegocian en lapsos cada vez más cortos, y sucede lo mismo con el resto de los contratos.
 
Cuando la opción de acortar los plazos de negociación no está disponible, lo más probable es que los contratos no se celebren.
 
El contrato de alquiler no es una excepción.
 
Es un contrato de largo plazo, para la Argentina de hoy, y con un esquema de ajuste ya prefijado y sin posibilidad de modificación.
 
No es de extrañar, entonces, que la oferta esté totalmente retraída.
 
Además, en las ciudades que atraen turismo, en zonas específicas de esas ciudades, y en departamentos con ciertas características, se ha sumado la competencia de contratos de muy corto plazo, pagaderos en dólares libres.
 
Mientras persistan estas condiciones de contexto, la única alternativa viable para incrementar en algo la oferta de viviendas en alquiler, es permitir contratos más flexibles en materia de frecuencia de ajuste.
 
La duración del contrato le da cierta tranquilidad al inquilino. La posibilidad de renegociar con más frecuencia el precio, le da algo de tranquilidad al propietario.
 
Pero la solución real es abatir la tasa de inflación, y la ampliación de un mercado de capitales, con incentivos a desarrollar oferta de viviendas en alquiler.
 
Y esto, volviendo al juego de la oca, nos lleva al punto de partida.
 
Hasta que no se defina la posibilidad de instrumentar un verdadero y viable cambio de régimen, no habrá solución, y no sólo para el problema de los alquileres.
 
Y, si no hice mal las cuentas, faltan 55 días para tirar los dados.
 
infobae.com

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