03 JUN | 07:17

Ser obeso en Argentina

“Cuando ocupo más de un asiento en el colectivo me miran con asco”. Gladys es docente y sufre de obesidad. Cuenta cómo padece la discriminación social y lo difícil que es bajar de peso... Por Mariana Dahbar
...en un mundo tan complejo. Sin embargo, no se rinde y está buscando ayuda para mejorar su calidad de vida
 
 
Gladys Noemí Da Ros sueña con volver a ser la mujer independiente que fue cuando ejercía la docencia en escuelas de la provincia de Buenos Aires. Un accidente y un drástico cambio de actividades modificaron su rutina, en especial su plan de alimentación, y allí empezó su pesadilla.
 
 
En una charla honesta en Realidades, relata cómo es vivir con sobrepeso y con la mirada de una sociedad carente de empatía: “Los obesos no somos extraterrestres, somos personas enfermas que queremos salir adelante, y por ciertas cosas de nuestras vidas a veces nos cuesta. Eso es lo que no entiende la sociedad”.
 
Con angustia, describe situaciones y obstáculos diarios que debe superar debido a su enfermedad. Además, cuenta qué es lo que más le duele hoy.
 
 
Un testimonio real en tiempos de superficialidad.
 
 
Gladys Da Ros: "Tengo ganas de ser un poquito lo que era antes, porque a mí no me gusta ser cómo soy en este momento" (Foto Maximiliano Luna)
— Gladys, ¿quién sos?
 
 
— Yo soy Gladys, soy profesora de artes plásticas de escuelas primarias y secundarias. Soy una persona muy independiente, siempre lo fui, tenía una vida muy sana, pero decidí cambiar un día de trabajo, empezar mi labor docente en escuelas en provincia, y ahí empezó todo mi caos. ¿Por qué digo esto? Porque empecé a hacer un desorden alimenticio, empecé con las comidas de los comedores, no tenía horarios, no podía comer una comida más sana y los lugares eran muy distantes, estaba todo el día en la calle y comía lo que podía. Ahí empecé a aumentar de peso y eso me llevó a muchas cosas que hoy no puedo hacer.
 
— ¿Cuántos años tenías en ese momento?
 
— Alrededor de 30 años.
 
— ¿A los 30 años empezaste a tener trastornos alimenticios?
 
— Sí. Fue de a poco. Fui aumentando de a poco de peso, hasta llegar a vivir con mucho sobrepeso, y me empezó a incomodar hasta hacer ciertas tareas cotidianas. Por ejemplo, yo quiero salir a pasear a mi mascota y en este momento no puedo, me quiero poner una linda ropa y tengo que comprarme la ropa que puedo encontrar, porque los talles son distantes, me ocasionó toda una angustia y un problema realmente.
 
— En esa época, donde tu vida comenzó a modificarse, ¿pediste ayuda?
 
— Hice muchas dietas por mi cuenta, con médicos, con nutricionistas, pero subía, bajaba, subía, bajaba, y nunca lo pude mantener porque sola siento que no puedo hacerlo, necesito una guía, un profesional que me ayude, que me acompañe.
 
— Cuando te atendías con esos profesionales, ¿dónde creías que fallabas? ¿qué te angustiaba en ese momento? ¿creés saber la causa por la cual no podías?
 
— No podía por muchas causas. Una de ellas: un día a la salida de la escuela tuve un accidente laboral donde me lastimo el menisco y estuve dos años y medio con ART. La ART me dictamina que no puedo dar más clases y eso a mí me ocasionó una tristeza tremenda, porque el hecho de estar en la escuela para mí era un cable a tierra. Yo le brindaba a los chicos mis conocimientos desde el corazón y el hecho de no poder estar ejerciendo como profesora era para mí un problema tremendo. Me cambiaron las funciones, ¿qué es un cambio de funciones en la docencia? Es hacer tareas administrativas, sin poder ser profesora, sin poder ser lo que a mí me gustaba y sumado a eso, paralelamente, fallece mi mamá, que era mi sostén, y ahí se me vino todo el mundo abajo.
 
Gladys después de un acto escolar, en la escuela primaria N 40 en Gonzalez Catán. Año 2011.
 
— Eras docente y por un accidente te cambiaron de tareas… ¿qué paso con tu vida? ¿cómo seguiste?
 
— Y para mí fue difícil seguir, porque sentí que todo se me derrumbaba, entonces me agarré más de la alimentación, de la mala alimentación.
 
— ¿Te refugiaste en la comida?
 
— Exactamente. Y ahí subí más de peso y a raíz de eso se me sumaron enfermedades, como tiroidismo, presión alta, diabetes tipo 2, sin insulina, que hace dos años me la dictaminaron, y tengo un problema linfático. A eso se suma que estoy con un problema económico que, quizás, no puedo comprarme la medicación que necesito, que me recetan los profesionales.
 
— ¿Con quién vivís? ¿cómo es tu vida? ¿quién te ayuda?
 
— Yo vivo en pareja y mi vida es monótona, antes yo era independiente y ahora dependo de una persona, por ejemplo si voy a subir al colectivo no puedo, tengo que depender de alguien que me lleve y me traiga, ya sea mi pareja o un remise, porque sola no me puedo manejar y a mí todo eso me hace mal, porque siempre hice y deshice las cosas yo misma y siento que no soy yo misma con este sobrepeso. Me imposibilita hacer muchas cosas, y quiero salir adelante, y no puedo sola. Yo quiero tener una mejor calidad de vida, quiero cambiar, pero siento que sola no puedo hacerlo
 
— Cuando decís “no puedo sola” ¿qué creés que necesitás? ¿qué es lo que te falta hoy más allá de lo económico?
 
— Un tratamiento con profesionales que me guíen, con un psicólogo, con un nutricionista, con un deportólogo o con especialistas que me ayuden a salir de este momento.
 
— ¿Cómo es un día tuyo, Gladys?
 
— Yo me levanto, me pego un baño, me voy a la escuela cómo puedo, hay veces que tengo ganas de salir, hay veces que no, porque el hecho de bañarme ya es un problema, me ocasiona ciertas dificultades y las tareas cotidianas también. Me voy a la escuela, vengo de la escuela, me organizo un poco en casa, acomodo y sigo con las tareas de mi casa, ya sea si necesito hacer algo para la escuela o miro televisión o hago la comida, yo me cocino.
 
— ¿Qué cocinás?
 
— Ahora trato de cocinar comidas con pocas calorías, pero a veces, como la situación económica no es buena uno come lo que puede y a lo que llega a fin de mes. Trato de cuidarme lo más posible, pero igualmente me cuesta bajar de peso.
 
 
Gladys Da Ros: "Hice muchas dietas por mi cuenta, con médicos, con nutricionistas, pero subía, bajaba, subía, bajaba, y nunca lo pude mantener" (Foto Maximiliano Luna)
— ¿Cómo es vivir con obesidad en esta sociedad? ¿cómo es vivir con esta enfermedad?
 
— La sociedad discrimina mucho al obeso, a la persona que tiene sobrepeso, como que parece que somos de otro planeta. Sin ir más lejos, hoy había pedido un remise y a último momento me lo cancelaron, yo calculo que por el tema de la obesidad, y así te puedo enumerar muchas cosas.
 
— ¿Por ejemplo?
 
— Una se quiere comprar ropa y se compra la ropa que puede, no la ropa que le gusta. A mí me gustaría comprarme ropa moderna y hay talles que no tienen. Quiero ir al cine y por ahí la butaca del cine es chiquita, una no llega a poder sentarse. Salir a caminar también se me dificulta por mis rodillas y mi problema circulatorio.
 
— ¿Cómo ves a la sociedad y al tema de la imagen hoy?
 
— La imagen hoy está más liberal, más suelta, pero igualmente la gente discrimina mucho al obeso, es como que no tenemos un lugar en este mundo; es lo que yo siento por lo que me hacen sentir los demás. Por ejemplo, cuando yo podía viajar en colectivo me sentaba y ocupaba un poquito más de un asiento, y ya la otra persona no se sentaba al lado mío, me miraba con cara de asco y se iba a otro lado. A mí eso me hacía sentir mal porque parecía que éramos extraterrestres y nosotros, los obesos, no somos extraterrestres, somos personas enfermas que por ciertas situaciones de nuestras vidas a veces nos cuesta salir adelante y eso es lo que no entiende la sociedad.
 
— ¿Qué te gustaría decirles a esas personas que discriminan?
 
— Que se pongan en el lugar del otro. Que miren con los ojos del obeso, del gordo en cierta forma, no con los ojos de la persona flaca. Porque el obeso llega a estar obeso por un montón de cosas que le van pasando, no porque quiere. En mi caso fueron disgustos, fueron desilusiones, fueron cosas que se fueron sumando y a raíz de eso se me sumaban enfermedades. Yo quiero volver a ser lo que era antes, quiero volver a ser la Gladys dinámica, la Gladys que hacía deporte, la Gladys que salía, que se divertía, que salía a bailar, que ahora no lo hago. Me estoy privando de muchas cosas de las que a mí me gustan hacer, eso es lo que no entiende la gente, no entienden al obeso.
 
— Generalmente, se atribuye mucho el éxito o fracaso de un tratamiento a la voluntad del paciente, ¿cómo opinás sobre el tema de la voluntad? ¿qué pasa con tu voluntad ?¿por qué pensás que no podés terminar una dieta, entre comillas, con éxito?
 
— Yo tengo voluntad. Empiezo, hago la dieta pero después me termino zafando, si alguien no me controla y me dice “mirá, tenés que hacer esto, tenés que hacer lo otro”, yo sola me termino desviando y termino empezando a acumular alimentos que no tendría que comer, empiezo bien y después empiezo a zafarme, por eso no bajo; subo, bajo y estoy así y no avanzo.
 
“La gente discrimina mucho al obeso, es como si no tuviéramos un lugar en este mundo”.
— ¿Cómo fue tu infancia, Gladys?
 
— Maravillosa. Mi mamá siempre me acompañó y al ser única hija siempre fui muy mimada, ojo: no me daban todos los gustos porque no se podía, pero en la medida que ellos podían me brindaban lo mejor. Mi papá era deportista y siempre me inculcó el deporte, iba a natación, hacía talleres de arte, siempre hice lo que me gustó y siempre me acompañaron. Muy linda mi infancia.
 
— ¿Qué significa para vos la comida?
 
— La comida, no sé cómo decirte…
 
— ¿Te alivia comer?
 
— No soy de tener atracones, no soy de aliarme a la comida, como lo que no debo comer, por eso estoy con sobrepeso.
 
— Te pregunto, con todo respeto, ¿por qué pensás que, sabiendo que no debés, lo comés igual?
 
— No sé. La verdad que no sé.
 
— Si tuvieras un médico, un especialista de nutrición enfrente tuyo ¿qué te gustaría preguntarle?
 
— Cómo debo hacer para seguir adelante y no caer en comer cosas que no debo. Necesito tener una vida más sana, más limitada y quiero volver a ser un poquito lo que era antes, quizás no cuando tenía 30 años porque ahora tengo otra edad, 57.
 
— ¿Qué es lo que más te duele hoy, Gladys?
 
— Tener el sobrepeso este y tener las enfermedades que tengo, estar tan medicada como estoy, porque yo siempre fui antimedicamento, siempre con un tecito me arreglaba y ahora tomo muchas pastillas por día. Me gustaría agarrar el manojo de pastillas y tirarlas a la basura y decir: “Yo me curé, yo estoy sana, yo puedo salir adelante con alimentos saludables, con gimnasia, con actividad física, no tomando todas estas cosas”.
 
— ¿Qué es lo peor de ser gordo?
 
— No poder ser uno mismo. No poder hacer las cosas que a uno le gustan hacer.
 
Gladys con sus alumnos en un campamento en San Antonio de Areco. Año 2000.
Gladys con sus alumnos en un campamento en San Antonio de Areco. Año 2000.
— ¿Cómo maneja tu pareja el tema de tu enfermedad? ¿Cómo tiene que hacer una persona que acompaña a un obeso? ¿Y qué necesitás de las personas que te acompañan?
 
— Y yo necesitaría que él siga una dieta balanceada para que él también tenga una vida sana, porque él también tiene un poquito de sobrepeso, pero él come su comida y yo preparo la mía. Él, por ejemplo, frutas y verduras no come y a mí me gustaría que él me siga a mí en mi alimentación, pero bueno, eso es la decisión de él, yo a él no lo puedo obligar a que se sume a mi enfermedad. Yo me preparo mi comida como quien dice “saludable”, pero así y todo me cuesta un montón, no sé, quizás sea la edad también.
 
“El obeso llega a estar obeso por un montón de cosas que le van pasando, no porque quiere”.
— ¿Qué le dirías a las personas que sufren obesidad, que no pueden salir como vos o que no pueden encontrar una salida o una ayuda?
 
— Que no se dejen estar, que cuando empiezan a tener unos kilos de más busquen ayuda, que traten de salir adelante cuando tienen poquito sobrepeso, que es más fácil de salir, porque vivir con obesidad no es vida.
 
— ¿Qué cosas te dan vergüenza?
 
— Un poco mi presencia, pero siempre fui muy suelta, no poderme sentar en un lugar normal, o no poder ir a hacerme un estudio… cuando me operaron de la rodilla tenía que hacerme la resonancia y había un límite de peso, o sea, el tomógrafo marcaba un límite de peso.
 
— ¿Cuál es el límite de peso?
 
— 110 kilos, yo en ese momento tenía 130 kilos, y mentí porque sino no me hacían el estudio. Yo nunca me había hecho ese estudio y cuando subo al tomógrafo, me preparan todo, y ese estudio hace ruidos, yo no lo sabía, yo pensé que lo estaba rompiendo por el sobrepeso ¿entendés? Me sentía angustiada porque pensé: “Yo mentí en mi sobrepeso y estoy rompiendo el tomógrafo”, y no, eran normales esos ruidos, esas cosas a uno no le tienen que pasar, no tiene que mentir para hacerse un estudio. Eso es lo que me gustaría cambiar estando flaca, poder hacerme un estudio sin estar fingiendo mi peso.
 
“Me da vergüenza no poder sentarme en un lugar normal o hacerme un estudio”.
 
Gladys Noemí Da Ros: "Varias veces me sentí que me podía llegar a morir; por eso no quiero estar así"
— ¿Estás buscando un nutricionista?
 
— No, no estoy buscando en este momento, porque siempre fui a nutricionistas y no me dieron resultado, yo necesitaría algo más completo, que me encaminen más. Quizás con una psicóloga, con un deportólogo, o sea, que mi tratamiento sea un combo, no solamente guiado por un simple nutricionista, porque termino derrumbando todo. Alguien que me diga qué actividad física puedo hacer, porque el nutricionista te dice “vos tenés que caminar”, pero yo no puedo caminar, por mi rodilla camino dos cuadras y ya no puedo más. Necesitaría a un especialista que me diga: “Bueno, tu rodilla no puede hacer eso, pero podés hacer tal y tal ejercicio, para bajar de peso o podés hacer tal ejercicio como para que sea aeróbico y que no te dañe la rodilla”.
 
— ¿Alguna vez pensaste que con la obesidad podías llegar a morirte o pasarte algo grave?
 
— Sí, me agarran muchas angustias. Muchas veces hago actividad en mi casa, por ejemplo, el simple hecho de limpiar, y me empieza a agarrar taquicardia, y eso me da miedo. Varias veces sentí que me podía llegar a morir, sí, por eso no quiero estar así.
 
— ¿En algún momento pensaste en la maternidad?
 
— Sí. Yo quise ser mamá, pero siempre me dediqué a los chicos. Cuando tenía una edad justa para ser mamá, quizás 25, 30 años, estaba enfocada en mi escuela, a mis alumnos, a lo que más me gustaba hacer que era enseñar. Y me dediqué tanto a la escuela que es como que se me pasaron los años. A mi pareja la conocí hace 15 años y ya tenía más de 40 años, ya era más difícil tener un bebé. Para mí mis chicos fueron mis alumnos. Era como su segunda mamá. Siempre traté de llegar al corazón de ellos, por eso mi relación con ellos siempre fue excelente, es el día de hoy que ellos tienen 40 años y me siguen hablando por WhatsApp o llamándome por teléfono y eso para mí es gratificante.
 
— ¿Hay algo que te arrepientas de no haber hecho?
 
— Sí, me equivoqué en seguir tanto tiempo con sobrepeso, tendría que haber frenado cuando empecé a aumentar de peso, y ahí empezar a hacer tratamientos y bajar, pero estaba tan acelerada con mi profesorado, con mi licenciatura, con la escuela, que era lo más lindo que tenía en ese momento, que no me di cuenta.
 
—¿Se aprende algo de todo esto?
 
— Que uno, a pesar de que la gente te discrimine y te trate de, no sé si humillar, trate de agredir por la posición o el sobrepeso que uno tiene, uno siempre tiene que ser uno mismo, tiene que tratar de salir adelante, en el sentido de que no te tiene que llegar esa discriminación, uno tiene que mentalizarse y que esas personas que te discriminan dejarlas a un lado y seguir con lo que uno piensa y llegar a la meta que uno quiere. Dejarlas de lado sin que te destruyan la vida, porque si las dejás te van a destruir más todavía, porque uno está triste por muchas cosas que le pasan, entonces si vos las sumás a tus cargas cotidianas, a los momentos de tu vida que fueron difíciles, ya no vas a poder salir. En mi caso trato de dejar esas agresiones de lado y ser yo misma, mentalizarme y tratar de salir yo o buscar la forma de salir adelante.
 
— De esas humillaciones o agresiones ¿te acordás la peor?
 
— “Gorda, dejá los postres”.
 
— ¿Eso te dicen?
 
— Y, a veces te gritan, sí, a veces te dicen esas cosas. “¿Querés bajar de peso? dejá los postres”, y no es dejar los postres, es hacer una dieta equilibrada, a veces no se trata de dejar un postre o no comer un pedacito de pan, es comer lo que uno tiene que comer con una alimentación sana.
 
“A pesar de que la gente te discrimine y te trate de humillar, uno siempre tiene que ser uno mismo y salir adelante.”
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